Vida de maniobras y Figuras, de Mariano Dupont

Con Vida de maniobras Mariano Dupont se embarca en el proyecto de escribir una novela fallida, pero fracasa. Es decir, la novela supuestamente mala (ya no una anti-novela, sino un proyecto en ciernes que nunca deja, como su narrador, de “afearse”) al final no es tan mala, aunque tampoco sea tanto una novela.

Se trata de un diario personal en el que un personaje que se llama igual al autor anota hasta el hartazgo (y más allá) la dificultad y el displacer que le suponen escribir; en estas notas se ponen de relieve su complejo de inferioridad, el miedo a perder los pocos lectores que tiene (a quienes desprecia), sus gustos artísticos refinados, la molestia del tráfico urbano, algunos viajes con sordina a distintos puntos del país y el extranjero, discusiones con vecinos y conversaciones con alumnos de su taller literario. Las intervenciones ocasionales de una madre comprensiva (a quien el narrador tortura leyéndole sus anotaciones) y de una compañera sardónica que se burla de su snobismo son las únicas fisuras por las que entra un soplo de aire fresco en el soliloquio neurótico de Vida de maniobras. El contrapunto con las dos figuras femeninas caracteriza las secciones primera y tercera del libro; en la sección intermedia, también aparecen mujeres, pero ya no como un alivio ante el discurso del diarista insufrible, sino como fantasías sensuales al borde del delirio y en una estética que recuerda a las tiras del Loco Chávez.

La apuesta de Dupont en este libro es ensayar la imposibilidad de la escritura que, sin embargo y contra toda recomendación, sigue adelante. Toda similitud con la estética de Beckett (o de otros modernistas europeos como Joyce y Céline) no es mera coincidencia; basta una hojeada a la solapa para confirmarlo. Pero no es en esas referencias literarias (trasnochadas quizás, y en definitiva tomadas de una manera superficial) que el libro encuentra su personalidad más cabal. Vida de maniobras se inventa un curioso valor invirtiendo el concepto de tour de force: ya no se trata de un esfuerzo palmario del autor en la fragua de su escritura, sino del lector en el martirio de la lectura. Llegar al final del libro, que en sus últimos jadeos anuncia como único deseo cubrir las páginas que le faltan del cuaderno, se vuelve tan infructuoso e injustificado como adictivo. Sabiendo que no habrá nada interesante de principio a fin, igual, uno quiere seguir leyendo: ¿con la esperanza de que en algún momento pase algo inesperado o con el goce perverso que provoca el testimonio de un onanismo literario culposo? Dupont no da más de lo que muestra en las primeras páginas, así que cada quien entrará avisado a la novela.

Figuras, por otro lado, es menos complejo pero asimismo menos lanzado al equívoco. Son dieciséis piezas que trabajan sobre el discurso de corrientes filosóficas, estéticas y políticas específicas, muchas veces en forma de monólogo (Artaud, las izquierdas europeas, la lógica aristotélica), pero también como diálogo (Gilles Deleuze y Félix Guattari; Judith Butler y Avital Ronell) e incluso en textos que lindan con la ficción narrativa (como “Cojito”, que convierte la premisa cartesiana cogito ergo sum en un nombre propio y rengo). Aunque en un tono jocoso, estos textos no son exactamente parodias de las escuelas de pensamiento que impersonan y, si bien hay cierta crítica general a la abstracción a veces absurda de todo sistema de ideas, trasunta un conocimiento respetuoso, amoroso, de todas ellas.

El común denominador de Figuras y Vida de maniobras es la cultura occidental como baluarte. Suena de fondo una intención de risa bufa pero lo cierto es que en ningún momento el asoleo de tales riquezas del pensamiento y el espíritu se ve realmente desestabilizado por el bufón. Leer ambos libros en tándem, es grande la tentación de tomar Vida de maniobras como la asunción de una máscara más, como las de Figuras, pero esta vez la de una persona estrechamente ceñida que habilite la parodia, si se quiere, de la tan vapuleada pero no por ello menos vigente literatura del yo. La lectura conjunta de los dos libros, sin embargo, no colabora con la apreciación de la escritura propiamente dicha: se repite tanto en la novela fallida como en los retratos filosóficos el mismo fraseo corto, poblado de repeticiones y ripios, cuyo automatismo impide hallazgos formales o al menos la aparición de estrategias formales distintas según cada tópico, idea o carácter personificado.

Publicada en revista Ñ en octubre de 2023

Vida de maniobras y Figuras

Mariano Dupont

Editores Argentinos

2023

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